lunes, 6 de junio de 2016

ZONA DE CONFORT





Qué ganas de regresar a lo mismo, la aparente seguridad de la zona de confort, donde la ambición es un pecado y el conformismo un vicio.
Donde todo puede ser dejado para el día siguiente aunque no importa realmente si ese día llega o no. En ese espacio donde no me siento presionada ni temerosa, pero donde la frustración se apodera lentamente de quienes deciden vivir ahí mucho tiempo y luego asesina nuestras ideas, la creatividad y al optimismo.
Donde la comodidad sacrifica a la satisfacción y al deseo, donde la trascendencia es un mito y el esfuerzo aparenta no valer la pena.
Ahora que he salido de mi zona de confort estoy sufriendo, pero la promesa de algo mejor me pide que aguante, tal vez mucho, tal vez demasiado, pero me ha jurado que mi esfuerzo será recompensado, que vendrá algo mejor.
¡Qué dolor! ¡Qué ganas de regresar! El orgullo se tensa con la idea de que regrese, me mira con desaprobación mientras el amor propio me abraza tratando de esfumar tanto dolor, quiere que no me olvide de que me acompaña, el miedo tiembla pensando en el futuro, me pide desde atrás que regresemos, finalmente el coraje, desesperado, trata de jalarme por los brazos para que siga hacia adelante...

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